diumenge, 30 d’octubre del 2011

Narració dels fets de gener de 1933 a Ripollet.



En el marc d'un aixecament anarquista a varis indrets de Catalunya; el diumenge 8 de gener de 1933 un nombrós grups de militants anarquistes de Ripollet, i la comarca del Vallés, prengueren per les armes la nostra població proclamant el comunisme llibertari des del balcó de l'ajuntament. Amb anterioritat havien neutralitzat els dos mossos d'esquadra amb que contava la vila i requisat totes les armes, principalment dels membres del Somatén. En un primer moment van detenir a tinent d'alcalde Josep Ros, i  l'alcalde Magí Girbau, cremaren les fotografies del president de la república: Niceto Alcalà Zamora, i del president de la Generalitat: Francesc Macià. Tanmateix la bandera de la república i la catalana que penjaven de la façana de l'ajuntament foren cremades,  hissant en el seu lloc, l'ensenya roig i negra de la CNT-FAI. La població fou envoltada per un cordó d'homes armats a l'espera d'un possible atac de les forces de l'ordre, Guàrdia Civil i Mossos d'Esquadra. Els enfrontaments no trigaren en produir-se, i es saldaren amb diversos morts i ferits. Finalment, una part dels alçats aconseguí fugir, i d'altres foren detinguts per les forces de l'ordre.  El diari La Vanguardia, explica al detall els successos en la seva edició del dimarts 10 de gener de 1933. Fins i tot, un periodista enviat especialment per cobrir els successos, fa una detallada descripció en base a testimonis entrevistats.
Com a succés històric destacable, dins el passat oblidat de la nostra població, reproduïm íntegrament el reportatge publicat, que podeu trobar a l'hemeroteca digital de La Vanguardia.



LOS SUCESOS DE RIPOLLET
La actuación de los mozos de  las Escuadras y la guardia civil


El domingo, a primeras horas de la mañana, desde el Gobierno civil comunicaron por teléfono a la Comandancia de los Mozos de las Escuadras que una partida de revolucionarios
que procedía de Sabadell se había dirigido hacia las poblaciones de Ripollet, o de Cerdanyola, que, como es sabido, son colindantes.
El capitán señor Escofet, que fué quién recibió la comunicación, dio cuenta de ella al comandante jefe, señor Pérez Farras, manifestándole, además, que tenía noticias, conocidas
en aquel momento, de que los mozos del puesto de Ripollet habían sido desarmados, ya que por las condiciones en que habitan en aquella población habían sido sorprendidos individualmente en sus respectivos domicilios.
En vista de todo ello el capitán señor Escofet salió en el coche de escolta del president de la Generalidad hacia Ripollet, acompañado de cinco mozos. Al llegar a Cerdanyola
los expedicionarios presenciaron cómo era transportado en una camilla de la Cruz Roja un individuo que había resultado muerto durante un tiroteo sostenido con la guardia civil y poco más allá a un destacamento de este Instituto que permanecía a las puertas
de la población .
El capitán Escofet pidió comunicación telefónica con el puesto de Montcada, donde se le dijo que el subcabo Pedro Mongay, al tener conocimiento de que los mozos de Ripollet habían sido desarmados, se había dirigido inmediatamente, sin más refuerzos que sus
tres hombres que componen aquel puesto, a Ripollet, donde había resultado herido.
El capitán dio cuenta de la gravedad de la situación a la Comandancia de Barcelona, para que se enviaran refuerzos y comunicando que con sus cinco hombres entraba en la población, donde se oía un intenso tiroteo.
Así lo hizo, seguido por la guardia civil, que dejó la vanguardia a los mozos de las escuadras, los cuales ocuparon el Ayuntamiento, donde había sido arbolada la bandera de la F.A.I. y quemada la republicana. Los revolucionarios que, en los primeros momentos se habían hecho fuertes en la Casa Consistorial, disparando contra los mozos, tuvieron tiempo de huir, en forma que al penetrar en el Ayuntamiento los mozos no encontraron a ninguno de los rebeldes. Desde el Ayuntamiento los mozos se dirigieron al Centro comunista, donde el registro resultó igualmente infructuoso, por lo que hace a las personas. En este estado, el capitán señor Escofet indicó al de la guardia civil, la conveniencia de que, siendo sus fuerzas más numerosas, rodearan el pueblo para impedir la huida de los revolucionarios, lo que hizo la guardia civil, acordonando la población.
Mientras, los mozos de las escuadras habían dado el alto a un hombre que huía con un arma en la mano y al no ser atendidos habían disparado, atravesándole la cabeza de un balazo. Habían perseguido, además, a otro individuo, logrando detenerle, ocupándole unas bombas en los bolsillos y una «parabellum» recién disparada. También habían perseguido a cuatro individuos armados, de los cuales sólo pudieron capturar a dos, a los que igualmente les fueron, ocupadas bombas y «parabellums».
Al regresar a la población, pues las anteriores persecuciones les habían llevado al campo, estaba ya en ella el comandante señor Farràs, con una sección de mozos, habiéndose
dominado por entero la situación. 
El señor Escofet dio orden de que el pregón de la Alcaldía hiciera público que durante el espacio de una hora los vecinos podían entregar las armas que tuvieran en sus casas y que hubieran sido abandonadas en ellas o arrojadas por los revolucionarios. Requirió asimismo la lista de los individuos sospechosos de la localidad, comenzando seguidamente los registros, en uno de los cuales fue encontrado, escondido en una cuadra, un revolucionario que fue detenido.
Por último, dio orden igualmente el capitán señor Escofet de que la fábrica de Uralita que está establecida en aquella población, hiciera sonar la sirena a la hora dé costumbre y se diera cuenta a las autoridades de los obreros que dejaran de presentarse, tanto en la tarde del domingo como en la mañana de ayer.
El señor Escofet regresó después de todo lo anterior a Barcelona, habiendo dejado restablecida la normalidad por completo. Le interrogamos acerca de cómo habían ocurrido los sucesos y nos lo refirió en la forma que dejamos consignada, agregando que es justo poner de relieve el compartamiento valeroso del subcabo Pedro Mongay, qué, con grave riesgo, había sido el primero en entrar en la población y combatir a los rebeldes.
Después de tributar grandes elogios al dicho subeabo, nos dijo, también, qué esté había sido asistido en el propio Ripollet por un médico de la localidad, el cual había diagnosticado que sufría una herida en el tercio medio del brazo izquierdo, interesando
la masa muscular.
Los mozos de escuadra pudieron recuperar uno de los dos mosquetones que habían sído arrebatados a los del puesto de Ripollet , y confiaban en poder hacer lo con el otro, ya que se tiene la lista completa de cuantos han intervenido en el movimiento.
Como consecuencia la rebelión, ayer, a primeras horas de la tarde, en los calabozos de los mozos se encontraban cinco individuos detenidos, que permanecían fuertemente esposados y con guardias a la vista. A todos ellos les fueron ocupadas bombas de mano, de pequeño tamaño, y pistolas de gran precisión.


Referencias de un testigo

Según noticias facilitadas por personas que han vivido los sucesos desarrollados en Cerdanyola y Ripollet, éstos se desarrollaron en la siguiente forma; A las seis de la mañana y en un automóvil salieron desde Sabadell en dirección a Ripollet unos individuos que eran esperados por un grupo en esta última población y todos juntos se dirigieron al Ayuntamiento de Ripollet armados de bombas y pistolas, desarmando por sorpresa a una pareja de los mozos de las escuadras que allí se hallaban de servicio. Inmediatamente después de apoderarse del Ayuntamiento, proclamaron el comunismo libertario, izando en el balcón principal la bandera de la F.A.I., negra y roja. En el registro civil los sublevados quemaron la mayoría de los documentos mostrándonos la persona que nos ha relatado los sucesos algunas inscripciones de nacimiento a medio quemar. Desde Montcada y Cerdanyola salieron tan pronto como se tuvo conocimiento de los sucesos, fuerzas de los mozos de las escuadras, que entablaron un tiroteo con los revoltosos, que eran en número de unos cuarenta y que estaban perfectamente armados y con gran cantidad de municiones.De resultas del tiroteo resultó herido en un brazo el cabo de los mozos de las escuadras, señor Mongay. A la llegada de los refuerzos de Barcelona y Sabadell los revoltosos trataron de defenderse de sus perseguidores, resultando muertos dos de los revolucionarios y siendo detenidos otros dos, que fueron trasladados a las oficinas de los mozos de las Escuadras, establecidas en la Generalidad. En unos registros efectuados después de los sucesos sé encontraron en el interior de un pozo gran cantidad de armas, escopetas de caza, fusiles y gran variedad de armas de fuego. De todo ello se incautó la fuerza de los mozos de las escuadras, así como de la bandera anarquista que se hallaba izada en el balcón del Ayuntamiento. 
En la fábrica Uralita, establecida en el mismo Ripollet, se presentó un grupo de revoltosos a las cinco de la madrugada, cuando entraban los obreros al trabajo, y por la violencia consiguieron que los trabajos cesaran en aquella fábrica, obligando a algunos obreros a seguirlos para sumarse al movimiento. Un grupo de revolucionarios fué a detener al teniente de alcalde don José Ros, al cual, amenazándole de mnerte, le dijeron: —Ahora te vamos a hacer justicia a tí. 
En la Casa Ayuntamiento, aparte del registrocivil que fue destrozado casi completamente, los revoltosos destrozaron los retratos del presidente de la República y de la Generalidad. Uno de los muertos en la lucha contra los mozos de las escuadras se llama Santiago Martínez. 
Al dirigirse a Ripollet el hermano del juez de Cerdanyola para ponerse al lado del alcalde de aquella población, fué alcanzado por una de las balas de los revoltosos, causándole la muerte casi instantánea. La víctima se llamaba Pedro Poch Casanovas, y la bala le había atravesado el pulmón. En la Casa de la Ciudad, los sublevados intentaron inútilmente forzar la caja de caudales. Los individuos pertenecientes al somatén fueron, al igual que los mozos de las escuadras, desarmados y en casa de uno de los individuos de este cuerpo, que es farmacéutico, los sublevados, además del arma, se llevaron cuatro pesetas que encontraron encima de la mesita de noche de la alcoba en que penetraron al hacer el registro.



Cómo se desarrollaron los sucesos.

Se ini
cia el movimiento con el desarme de los somatenes y mozos de las Escuadras

En vista de la importancia y magnitud de

los sucesos de Ripollet, uno de nuestros redactores se trasladó a aquella población para efectuar sobre el terreno una detallada información de los mismos. Según los detalles adquiridos, los sucesos sé desarrollaron como siguen: Durante la noche del domingo y madrugada del lunes, llegaron a Ripollet algunos extremistas de Barcelona y Sabadell que se pusieron al habla con el núcleo sindicalista de la localidad, para plantear inmediatamente el movimiento revolucionario. Puestos de acuerdo, celebraron una reunión en el local del Sindicato único, donde se concretó el plan de acción y se distribuyeron las funciones que cada uno había de ejecutar. Alrededor de las cinco y media de la mañana, los revoltosos se echaron a la calle armados de pistolas para comenzar la revolución. La primera medida de los extremistas fué dirigirse al domicilio del encargado de los mozos de escuadra del pueblo, Juan Godía, que con el mozo Juan Pugés constituyen la única fuerza armada de la localidad, y proceder a su desarme. El mozo de escuadra Godía vive en la calle de Fermín Galán y para intimidarle los revoltosos, al propio tiempo que un grupo de ellos le sorprendía, entrando en su casa atropelladamente, otro grupo saltó la tapia del patío y desde allí contribuyó a sitiar al amenazado, para que no pudiese ofrecer resistencia ni huir. Ya en su poder el mosquetón del mozo, hicieron lo mismo con su compañero Pugés, desarmandolo igualmente. Luego les amenazaron con matarles si salían a la calle o se atrevían a pedir auxilio a los otros puestos de mozos de escuadra. Luego los revoltosos que se habían procurado una lista de los individuos del somaten procedieron a desarmar a aquéllos de los que sabían eran poseedores del mejor armamento. Uno de los primeramente visitados fué el cabo del somatén, D. Vicente Costa, a quién le ocuparon una carabina moderna y unos cuantos cartuchos. Los extremistas intimidaron al señor Costa para que no saliese a la calle, diciéndole que se había proclamado el comunismo libertario y que era inútil el que pretendiesen las clases burguesas ningún movimiento de resistencia. A continuación, recorrieron los domicilios de ocho o diez individuos más del somaten, a los que ocuparon también magníficoarmamento. Entre los somatenistas figura el farmacéutico don Ernesto Sales, en cuya farmacia se presentaron a las seis y cuarto de la mañana e hicieron abrir la puerta al dependiente, como si se tratase de un caso urgente. Luego, exigieron al dependiente que les entregase las armas que hubiese en la casa, subiendo tres de ellos con aquel dependiente hasta un desván, donde se apoderaron de un equipo completo de caza que el señor Sales guardaba. Como entre los revoltosos iba un individuo que había trabajado de peón albañil en unas obras que se realizaron hace tiempo en la farmacia, éste indicó que el señor Sales tenía también un rifle, y los revoltosos exigieron entonces en tono perentorio la entrega inmediata de esta arma. Entre tanto, uno de los dos individuos que había quedado en la farmacia registró el cajón donde se guardaba el dinero, pero sintiendo, sin duda, escrúpulos de conciencia, a pesar de que en el mismo se guardaban unas ocho pesetas, sólo se apoderó de una en plata y otra en calderilla. Terminada la requisa de armas los se díciosos armados ya convenientemente se dividieron en varios grupos, yendo la mayoría a situarse en las entradas de la población para evitar ser sorprendidos, mientras otros marchaban a apoderarse del Ayuntamiento.



Incautación del Ayuntamiento.
Sé iza la bandera anarquista.
Destrucción del archivo y de varios retratos

Un grupo de diez o doce sediciosos marchó
al domicilio del teniente de alcalde, don Josep Ros, al que obligaron a levantarse y a acompañarles hasta el Ayuntamiento. Una vez en la Casa Consistorial, haciendo valer la autoridad del señor Ros, exigieron del alguacil que les abriese la puerta, y entrando El señor Ros fue retenido por los revoltosos como rehén seguidamente en tropel se apoderaron, del edificio. Los extremistas izaron seguidamente en el balcón del Ayuntamiento la bandera roja y negra de la anarquía, dando desde el mismo varios gritos al comunismo libertario. Al propio tiempo, otros individuos se incautaron de la bandera de la República y de la regional de Cataluña, que condujeron al patio, en donde les prendieron fuego. Los revoltosos se dirigieron también al salón de sesiones, en donde descolgaron los retratos de los señores Alcalá Zamora y Macià y un cuadro emblemático de la República y los destrozaron a golpes. En cambio, un retrato' de los capitanes Galán y García Hernández, que había en el mismo salón, fue sacado al balcón con todos los honores.No contentos con estas hazañas, aún se dirigieron al archivo y cogiendo los libros y legajos que vieron en él y que consideraronde más fácil transporte y los condujeron también al patio, prendiéndo les fuego. Luego, siempre armados de pistolas y carabinas,se mantuvieron a la espectativa. Hacia las ocho de la mañana llegó el alcalde, don Magí Girbau Baqués, al que permitieron la entrada sin ninguna resistencia en él Ayuntamiento, pero al afearles el señor Girbau su proceder, le dijeron que se callara, pues el comunismo libertario se había proclamado en toda España. Después retuvieron al señor Girbau buen rato en su compañía pero ya cerca de las nueve decidieron soltarlo y dejarlo marchar, así cómo al teniente de alcalde señor Ros.

Registro en el Sindicato
y clausura de éste


La guardia civil practicó, una vez dominada
la situación, un registro en el domicilio
del Sindicato único, donde se incautó de varias pistolas y munciones. También en un
patio que da a la parte trasera del edificio
fué encontrado un rifle.
Se comentaba con elogio en Ripollet el
proceder valeroso y huimanitario del médico
señor García, que acudió a auxiliar al subcabo
de los mozos de Esquadra, señor Mongay,
en los momentos en que el tiroteo entre
éstos y los revoltosos era más intenso.





El cabecilla Molina


Muchos vecinos de Ripollet señalan como
uno de los principales cabecillas de la sedición, a un chófer que presta servicio de taxista en Cerdanyola, apellidado Molina. Este individuo a quien se vio, según parece, durante la madrugada y parte dé la mañana mezclado con los grupos, ha desaparecido de Ripollet y de Cerdanyola, llevándose con él el coche que conduce, a pesar de que no es de
su propiedad.